A2021N20 VOLUMEN 20

Año 10, No. 20, junio - noviembre 2021
Revista I.C. Investig@cción
ISSN 2448-5500
Publicado por Instituto Campechano
Fecha 30-11-2021
Situación de la Deserción Escolar en el Sistema Educativo Mexicano.

Situación de la Deserción Escolar en el Sistema Educativo Mexicano.

Abdier Roberto Cetina León

Luis Fernando Góngora Carlo

Yuri Mariela Domínguez Pantoja

Introducción

En nuestro país, la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2012) define la deserción como la renuncia a las actividades escolares antes que concluya el ciclo escolar, esta situación se observa en todos los niveles educativos, donde aspectos intrínsecos (personales) y extrínsecos (familiares, económicos, docentes, sociales, etcétera), influyen determinantemente al momento de tomar la decisión. Zúñiga (2006, citado por Ruiz, García y Pérez, 2014) menciona que es “la acción de abandonar los estudios en un plantel educativo por cualquier razón” (p. 52).

Públicamente se habla de desertor escolar, para hacer referencia a la persona que decidió abandonar la escuela. Al respecto, Van Dijk (2012), señala su origen en el ejército, la palabra trae consigo una condena verbal, es decir, es considerado como un hecho criminal, por ello, prefiere describir la situación como individuos que por alguna razón dejaron de asistir a la escuela, de tal manera se omite realizar juicios por la decisión tomada. Este autor afirma que mientras más alto sea el promedio de escolaridad a nivel nacional, mayor es la brecha entre las personas que concluyen sus estudios profesionales y quienes abandonaron el ciclo escolar antes de finalizar.

En la página oficial de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) menciona cifras del Sistema Educativo Nacional donde apuntan que más de 4 millones de niños y adolescentes en México no asistieron a la escuela durante el ciclo escolar 2016-2017. La SEP sostiene que los efectos de dejar la escuela se reflejarán durante el resto de su vida, impidiéndoles desenvolverse plenamente, restringiendo sus oportunidades laborales y dificultando ejercer plenamente otros derechos.

Objetivo

Analizar, por medio de una investigación documental, la situación de la deserción escolar en el sistema educativo mexicano, durante el periodo 2016 al 2019, describiendo los diferentes factores que intervienen para que los alumnos abandonen sus estudios antes de concluir un ciclo escolar.

Metodología

De acuerdo con su naturaleza el presente trabajo es de carácter documental, la investigación se basa en diversos documentos como libros, artículos y ensayos de revistas y periódicos, etc. También se consultaron, analizaron y compararon estadísticas y registros cualitativos de investigaciones previas.

Según Alfonso (1995), la investigación documental es un procedimiento científico, un proceso sistemático de indagación, recolección, organización, análisis e interpretación de información o datos en torno a un determinado tema. Al igual que otros tipos de investigación, éste es conducente a la construcción de conocimientos. Finol y Nava (2001) afirman que la investigación documental es un proceso sistemático de búsqueda selección lectura registro organización descripción análisis e interpretación de datos extraídos de fuentes documentales existentes en torno a un problema con el fin de encontrar respuestas e interrogantes planteadas en cualquier área del conocimiento humano.

Para Barbaresco (2002) la investigación documental constituye prácticamente la investigación que da inicio a casi todas las demás por cuanto permite un conocimiento previo o bien del soporte documental o bibliográfico vinculado al tema objeto de estudio conociendo los antecedentes y a quienes han escrito sobre el tema.

Desarrollo

Gil y Sánchez (2004) manifiestan que la educación inicial o preescolar comprende la atención de los niños desde su concepción hasta los 6 años. El objetivo de esta etapa es contribuir con el desarrollo infantil, por lo cual se necesita ofrecerle una atención integral en un ambiente de calidad que favorezca su crecimiento y desarrollo en los aspectos físico, cognitivos, socioemocionales, psicomotrices y del lenguaje. La labor educativa inicial involucra principalmente a la familia y a la comunidad; donde las condiciones de vida económicas, sociales y culturales, en que los niños nacen y crecen, forman una importante fuente de estímulos y experiencias que influyen en su desarrollo.

Van Dijk (2012) manifiesta que cuando el infante tiene dificultad para aprender de acuerdo con los planes y tiempos establecidos, le cuesta mantenerse quieto durante muchas horas y no respeta el reglamento establecido por la escuela, pierde el interés por descubrir y adquirir conocimientos, dejando problemas de aceptación, discriminación y exclusión con sus compañeros y docentes. La Encuesta Intercensal 2015, registra que en México 63% de la población de entre 3 a 5 años asiste a la escuela.

En 2016, Univisión realizó un reportaje donde expertos enfatizaron que la asistencia de los pequeños a programas preescolares representa grandes beneficios cognitivos, sociales y emocionales. Nazer (2020) dice que derivado de la pandemia por COVID-19 aproximadamente 40 millones de niños se vieron afectados por el cierre de las instituciones, limitando la estimulación de sus habilidades e interrumpiendo su formación formal.

Millones de niños alrededor del mundo, padecen de desarrollo intelectual, social o emocional debilitado en sus primeros años, hecho que los afecta durante toda su vida adulta. Los docentes deben trabajar de manera gradual e intervenir para ayudarlos, de lo contrario, el costo social de esta actitud sería muy elevado. Diferentes estudios han comprobado la importancia de la promoción del desarrollo de la salud integral en los primeros años de vida. Las capacidades físicas, sociales y psicológicas con las que el niño nace son extraordinarias, se deben estimular para desarrollarse plenamente (Gil y Sánchez, 2004).

Los artículos encontrados, no hacen mención a un abandono escolar como tal, sino que la gran incógnita es en qué momento el niño debe sumarse al ritmo de la escuela, los padres cuestionan si es oportuno o si esperan una edad en especial para introducir al pequeño en el mundo de las instituciones educativas.

En México la educación preescolar, encontró su obligatoriedad en el año 2002, cuando fue modificado el numeral 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, incluyéndose dentro del marco regulatorio como educación básica obligatoria. Por ser reciente su incorporación al esquema de la educación básica ineludible y por ser el nivel inicial de la vida educativa, no existen estudios que hablen de deserción escolar.

El problema de la deserción escolar en el nivel de educación primaria no está disociado del anterior, juntamente con preescolar y secundaria forma parte del nivel básico. Es la primaria el nivel donde el alumno permanece más tiempo, ya que se requieren seis años para cursarla. Por ello, si tomamos en cuenta este hecho, sería aquí, donde el alumno correría un mayor riesgo de abandonar sus estudios básicos, sin embargo, los datos parecieran no concordar con esto. Esto se debe precisamente a que, por la temprana edad del abandono de los estudios, se pierde el interés por prepararse y pronto son absorbidos por otras actividades que por necesidad han tenido que empezar a realizar.

De acuerdo al Anuario Panorama Educativo de México 2017, la deserción en la primaria es históricamente baja, mismo que se ha podido reducir en los últimos ciclos escolares, ya que para ese año este indicador es de solo el 0.7%. Una tasa relativamente baja, comparada con la que presentan otros niveles educativos, pero significativa por la cantidad de niños que lo integran.

Las causas de esta deserción son multifactoriales, se conforman por sociales, económicas y culturales. De acuerdo con Román (2019), a pesar de las múltiples causas la deserción escolar permanece afectando, principalmente, a los más pobres y vulnerables de las clases sociales. Lo cual, queramos o no, no deja de ser una realidad hoy en día.

En los últimos 50 años en nuestro país se han hecho esfuerzos significativos por ampliar la cobertura en primaria, ampliar y mejorar la infraestructura educativa y con ello “acercar” los servicios educativos a las zonas más apartadas y a las poblaciones con menor número de habitantes. Esta política educativa, ha tenido resultados satisfactorios, de lo cual los índices educativos de deserción, que la educación primaria presenta es indicativo de esto. Sin embargo, este fenómeno, como lo demuestran los estudios que sobre él se realizan, varían de acuerdo al estado o región del país de que se trate. Esto significa que si bien, se generan estadísticas de manera general, la problemática no es estandarizada, existen rasgos comunes, pero definitivamente son diferentes de acuerdo al contexto en que se presenta.

Una de las principales causas de la deserción en este nivel es la económica; los padres dejan de llevar a los niños a la primaria como consecuencia de las precarias condiciones económicas. En muchas ocasiones, no cuentan con lo indispensable para cubrir los satisfactores básicos de alimentación, vestido y calzado, y mucho menos para la compra de útiles escolares, lo que origina que se dé el abandono escolar.

La segunda causa es de índole social, que tiene que ver con la desintegración que se da en el seno de muchas familias en nuestro país. Aparejado con este fenómeno social se encuentra la violencia familiar que genera un ambiente totalmente adverso para la estabilidad emocional y por supuesto que, un niño que está viviendo en violencia va a tener muy poco interés en su preparación académica.

Otro aspecto que propicia la deserción escolar en primaria, como lo menciona Luna y Bárcena (2000) es la baja escolaridad de los padres, este es un aspecto que está ligado con el factor cultural, como ellos no tuvieron las oportunidades para poder estudiar, no le dan la importancia debida y así se generan creencias arraigadas para no enviar a los infantes a las escuelas.

Todos estos factores, se combinan para fomentar la deserción educativa en el medio rural. Es importante tener clara esta situación, para así poder establecer medidas de prevención y mitigación de este fenómeno. Indudablemente, el factor económico es quizás el más difícil de resolver, por todo lo que implica y que ha sido un verdadero talón de Aquiles para los países, en general, y de manera particular para los de América Latina. Sin duda la mejor manera de mejorar las deficiencias económicas es con la creación de empleos bien remunerados. Los otros aspectos tienen que ver con un proceso en el que se debe de trabajar fuertemente y de manera integral, sociedad y gobierno para tratar de erradicar esos aspectos.

La deserción escolar en la secundaria, es asociada al abandono o fracaso en la formación académica, en México este nivel es parte de la educación que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece como básica, y si bien en el nivel inmediato anterior la causa principal a la que se asocia el índice más

elevado de deserción es el aspecto económico; factor que también provoca deserción en el nivel educativo en el que nos situamos en esta sección del ensayo, existen otras causas.

El papel que juegan los docentes respecto del trato y atención que le brindan a los estudiantes, se traducen según Delgado (2011), en “prácticas poco sensibles a sus necesidades, relaciones distantes, desconocimiento de sus características, sentirse ajenos al fenómeno de la deserción, e incurrir en faltas a sus obligaciones docentes” (p. 98).

A este respecto los docentes del nivel secundaria ante el alto número de estudiantes adoptan una actitud de indiferencia con el ánimo de lograr el alcance de los objetivos académicos o como coloquialmente se dice, terminar de ver en su totalidad los temas contenidos en los planes y programas de estudio, descuidando por completo el buscar fomentar canales empáticos que faciliten un aprendizaje más significativo.

Al no desarrollarse estos mecanismos (canales de comunicación), los docentes en la mayoría de los casos no se percatan de cuáles son las características de sus estudiantes e incluso ni siquiera se dan cuenta de su existencia hasta que ya no los ven en el aula; y es que se tiene la firme creencia casi como si se tratará de un dogma de fe que las causas de la deserción no son responsabilidad de los docentes, máxime si el profesor se ha preocupado por impartir de forma adecuada sus clases, abordando los temas que se piden en el programa y asegurándose de explicar los contenidos que serán evaluados.

Las causas o mejor dicho las culpas de este fenómeno siempre se atribuyen a los alumnos o a sus familias; pero ¿qué sucede si el docente no se presenta a impartir sus clases, a explicitar los contenidos, a agotar esos contenidos que serán evaluados, a desarrollar otros contenidos que le son más afines a lo que dominan? En los supuestos anteriormente referidos son culpables para la autoridad en materia de educación de incumplimiento, pero no de la posible deserción de los estudiantes quienes por aburrimiento o hastío de no tener clases o de tenerlas sin la pertinencia necesaria mejor optan por ya no perder su tiempo asistiendo a las aulas.

También existen dinámicas escolares relativas a los efectos negativos de los planes de trabajo, específicamente las relativas a las normas de control, como el registro de asistencia, el impedimento de tomar clase por no portar el uniforme o el no transitar de aula a aula dentro del tiempo establecido entre las distintas clases;

constituyendo estas realidades en la generación de un aburrimiento exasperante o una baja o nula comprensión de los contenidos debido a la pérdida de clases.

Barrón y Ducoing (2017) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, (2016), citados por de la Cruz y Heredia (2019) señalan que:

En México, y la mayoría de los países de América Latina, se tiene una tasa de transición de primaria a secundaria por arriba del 90%. Sin embargo, casi una tercera parte de la población en edad de cursar la educación secundaria está fuera de la escuela. Esto pudiera deberse al fenómeno del abandono escolar en el nivel secundaria. En el caso de México, se sabe que el nivel de matriculación en secundaria para el año 2014-2015 fue de 96%, pero hubo 272,372 estudiantes que no concluyeron sus estudios, resultando en una tasa de deserción de 4% (p. 3).

Para estos autores los motivos por los que este 4% de deserción persiste en el nivel secundaria, se encuentran focalizados en su mayoría en la población de origen rural e indígenas más que de las ciudades, en este sentido existen factores familiares que afectan no sólo la asistencia sino también el desempeño académico, se debe a que los padres de familia presentan dificultades para ayudarlos a hacer sus tareas escolares dados los bajos niveles de escolaridad que tienen, y en el caso de padres pertenecientes a alguna etnia, hay que considerar que muchos de ellos son monolingües no comprendiendo el español agregando mayor dificultad al momento de intentar apoyar a sus hijos en sus deberes escolares.

La falta de pertinencia en los planes y programas de estudio, los cuales son generados a partir de políticas públicas que parten desde el gobierno federal hacia las aulas, generan gran desinterés y desánimo por no estar contextualizados a las realidades por lo menos de las zonas, regiones o estados del territorio nacional no logran incentivar y/o motivar a los alumnos y en sí a la comunidad en general.

Así también se encuentran problemáticas que se generan desde la comunidad o grupo social hacia la comunidad académica como son “la drogadicción, la violencia, el embarazo adolescente y la migración nacional e internacional” (de la Cruz y Heredia, 2019, p. 8). Tres de estos factores (la drogadicción, la violencia y el embarazo adolescente) son más focalizados en poblaciones urbanas que en poblaciones rurales, esto debido a las dinámicas de violencia e inseguridad que se han recrudecido desde el sexenio del presidente

Felipe Calderón, siendo la migración el factor que persiste en los jóvenes de las comunidades rurales, el cual está asociado directamente con la falta de fuentes de empleo y por ende de ingresos para sobrevivir, obligándolos a migrar forzosamente ya no a una ciudad del país sino a otros países (principalmente Estados Unidos de Norte América y Canadá).

Miranda (2018) menciona que la SEP impulsó la Reforma Integral de la Educación Media Superior con el objetivo de “mejorar los aprendizajes, modernizar el bachillerato general y administrar la diversidad de planes y programas de estudio entre los distintos subsistemas que configuran la educación media superior” (p. 2). También señala que, a partir del 2012, existe la obligatoriedad de cursar este nivel y garantizar su cobertura por parte del gobierno de la república.

Landero (2012) afirma que en varias ocasiones un estudiante de nivel media superior no abandona sus estudios por una sola causa, sino que hay un conjunto de razones que merman su decisión para continuar estudiando. Además, estos factores están relacionados entre sí, por lo que es necesario visualizarlas juntas. Entre las causas individuales, podemos mencionar las vinculada con el sexo, el desempeño académico, el ausentismo, el empleo y las adicciones. También, las emociones sociales influyen en la determinación de continuar o no los estudios, por ejemplo, los embarazos prematuros, la discriminación (hoy en día el bullying) y la indisciplina. Un dato curioso que señala dicho autor es que la deserción es mayor entre quienes tuvieron un promedio más bajo en secundaria (menos de 8), que entre los no desertores cuyos promedios son en general mejores (mayor 8, pero menor a 9). El 21% de los estudiantes asegura dejar la escuela porque no está de acuerdo con los lineamientos, otro 16% por que será padre o madre, hay un 16% de jóvenes que se casan en esa etapa escolar, mientras que un 32% lo atribuye a problemas de interacción social (baja autoestimas y que son víctimas de maltrato por parte de sus compañeros.

Ruiz, García y Pérez (2014) señalan que la deserción escolar es una problemática que restringe el desarrollo social y económico de las personas, incluso diferentes investigaciones concluyeron que el aspecto económico, derivado de la falta de ingresos en los hogares, hace decisiva la decisión de abandonar la escuela. La consecuencia más grave que enfrentan los desertores es que hay más posibilidades para convertirse en personas vulnerables ante las drogas, el alcohol y la delincuencia, en ocasiones, sus amistades son quienes los involucran en este

mundo, poniendo en riesgo su salud y la de otros.

Otro aspecto relevante es que entre los desertores que trabajaron y estudiaron al mismo tiempo, solo el 23% dice haber trabajado durante todo el tiempo que estuvo inscrito en la escuela, mientras el 14% trabajó más de la mitad del tiempo. Tinto (1975, citado por Landero, 2012) explica que las personas “evitan las conductas que implican un costo de algún tipo y buscan recompensas en las relaciones, interacciones y estados emocionales” (p. 44). Afirma que los estudiantes actúan en la construcción de su integración social y académica, por lo tanto, si el estudiante distingue que las ventajas de permanecer en la escuela son mayores que los costos personales, entonces el estudiante permanecerá en la institución.

En cuanto a los motivos personales, algunas de las principales causas son la baja motivación, falta de gusto por los estudios y el hecho de reprobar materias. Otras causas de ausentismo escolar como la capacitación de profesores, presiones sociales, estereotipos de género, desnutrición infantil, presupuesto reducido para el sector educativo y la insuficiencia de material académico e infraestructura. Sin embargo, la SEP atribuye que la causa de mayor peso es que el alumno se convierte en padre o madre (Choque, 2009; Pardo de Aguirre, 1985; Van, 2012; Navarro, 2001; Álvarez, 2009; Balfanz y Mac, 2007; Zúñiga, 2006; y Espindola y León, 2002; citados por Ruiz, García y Pérez, 2014).

De igual forma, dentro de las causas que propician la deserción escolar en media superior están las denominadas organizacionales. Al respecto Landero (2012), menciona que en éstas destacan, con mucha importancia, la calidad de la docencia y la experiencia del aprendizaje, desde contar con el material, los instrumentos y la tecnología adecuada, hasta la relación con el maestro, la pedagogía empleada, los planes de estudio y las instalaciones.

Algunos autores inclusive hablan que un factor que se piensa podría incidir en la deserción escolar, es el tiempo que el joven tarda en llegar al plantel, aunque diversos estudios matemáticos no sustentan esta hipótesis, sin embargo, no deja de ser un elemento causal que se suma a todos los anteriores.

El propio Landeros (2012) menciona que en cuanto al seguimiento por parte de las autoridades escolares para buscar a los jóvenes en el momento que dejaron la escuela, sólo el 20% de lo que desertaron menciona que fue abordado por algún directivo, personal administrativo y/o docente, para platicar sobre las razones que lo llevaron a abandonar las aulas.

Las causas institucionales también se reflejan en el hecho como Landeros (2012, p. 51) menciona “que el 8% de los desertores señala que las instalaciones de las escuelas le disgustaban y 16% porque le dieron un turno diferente al que querían”.

Por su parte, Solis (2018, citado por Miranda, 2018) presenta que el 80.7% de los alumnos que terminaron la secundaria ingresaron inmediatamente al bachillerato en el 2015. El documento “Análisis del movimiento contra el abandono escolar en la EMS” (SEP e Instituto Nacional de Salud Pública, 2015, citado por Miranda, 2018) destaca que el 41% de los jóvenes justificó su salida con causas escolares e institucionales (como problemas de oferta educativa, desigualdad de acceso, baja calidad en servicios educativos y prácticas pedagógicas inadecuadas), mientras que otro 38% abandonan la preparatoria por razones económicas.

El gobierno de México ha realizado múltiples intentos para reducir significativamente los índices de deserción en el nivel medio superior, y para ello ha implementado una variedad de programas federales, cada uno de ellos parte de diagnósticos y justificaciones muy diversos lo cual ha propiciado que su ejecución u operación no se encuentren articulados entre sí.

Específicamente en el programa federal de becas, la coordinación para la asignación de alguna de la variedad que existe en los tres órdenes de gobierno, ocasiona que a un mismo estudiante se le asignen más de una beca, dejando a otros alumnos sin este valioso apoyó; respecto a los apoyos que se han destinado para la expansión de la oferta educativa, por muchos recursos que se asignen, el criterio para asignarlos está centrado no en los alumnos potenciales, sino en los estudiantes que ya se encuentran en los planteles propiciando un sesgo muy relevante al momento de aplicar estos recursos en estudiantes que ya están cursando este nivel educativo y dejando de lado a los sujetos que ni siquiera han podido acceder; en este sentido es pertinente señalar que el verdadero fin de este tipo de acciones es buscar que más educandos tengan oportunidad de acceder a la educación media superior, y no de crear más planteles que no se sabe si contarán con las instalaciones y capacidad suficientes para prestar el servicio educativo, aclarando que por capacidad nos referimos al capital humano ya no con la experiencia necesaria, sino con la formación académica y los perfiles pertinentes para atender a la matrícula que a estos nuevos planteles decida acudir.

Al efectuar un análisis de estos esfuerzos que el propio gobierno federal ha

realizado en pos de disminuir la deserción en el nivel medio superior, podemos establecer que si bien los programas buscan atender sectores y problemáticas diversas ninguno tiene contemplado la aplicación de evaluaciones que permitan medir el impacto que están teniendo, aunado lo anterior a que sus poblaciones objetivo son variadas; así mismo existe una vinculación con el Plan Nacional de Desarrollo pero carecen de una alineación entre sí lo que lamentablemente nos muestra que en la realidad no existe hasta el día de hoy una estrategia para reducir la deserción que esté homologada que disminuya los tiempos para alcanzar una reducción significativa de esta problemática focalizada en el nivel medio superior, orillando a este eslabón en la formación académica de los mexicanos, a enfrentar, de continuar esta desarticulación un rezago de cincuenta años con relación a otros países del mundo.

Para el estado mexicano ayudar a que su población y sobre todo su población joven, a concluir su formación de bachillerato es un objetivo estratégico, no solo para contar con aspirantes a los subsiguientes niveles educativos, sino para mejorar las condiciones de vida de esa población, debido a que al dispararse la deserción, la demanda de empleos para trabajadores con habilidades y competencias limitadas disminuirá, llevando a los desempleados a caer en actividades fuera de la ley para sobrevivir, acrecentando los índices delictivos y con ellos la inseguridad, incidiendo en una desestabilización general de la sociedad.

Entre los impactos de la deserción, Landeros (2012, p. 59), señala:

La deserción reduce la competitividad de la nación, al no contar con una fuerza ciudadana y laboral calificada, productiva y con una visión más amplia de la vida. La deserción prevalece en ciertos grupos étnicos y/o grupos sociales, que mantiene la brecha de desigualdad de oportunidades entre los jóvenes. Los desertores ganan menos y contribuyen menos con impuestos para la economía. Los desertores tienen mayores costos de salud e incrementan los costos de la justicia criminal. En el aspecto cívico, los desertores se involucran menos en actividades de participación social y tienen menos probabilidad de votar.”

Definitivamente, esta problemática debe ser abordada bajo una estrategia integral, donde la tutoría se ha constituido como el mecanismo más eficaz que se ha

implementado para tratar de prevenirla. Sin embargo, se deberá elaborar una política integral para abatir la deserción en la que no sólo se contemple la variable orientación - tutoría sino su relación y los efectos que ésta pueda tener sobre las otras variables como el rendimiento académico, la situación laboral de los padres, el embarazo prematuro, los recursos de la escuela y también en sentido inverso, la relación de todas estas variables con la orientación - tutoría.

Por las razones expuestas anteriormente, es indispensable que el tema de abandono escolar se considere un aspecto primordial en la agenda educativa del nivel medio superior, pues simboliza un grave problema que debería estar situado en el centro de las políticas educativas del gobierno. Cabe señalar que el Programa Sectorial de Educación 2013-2018, se propuso el objetivo de aumentar la cobertura en 2018 a un 80% (CONAEDU, 2017, citado por Osuna y Díaz, 2019). Para lograr esta meta y disminuir el abandono escolar, se apostó por becas, tanto del programa Prospera que otorga la Sedesol, dirigidas a localidades de marginación social.

Hasta aquí hemos hablado de la educación básica y la media superior. Llegamos al nivel superior, en el cual se cristaliza el anhelo de muchos jóvenes por alcanzar una profesión e incorporarse a un medio laboral de manera mejor remunerada. Sin embargo, la problemática de abandono también se hace presente.

En este sentido, distintas son las propuestas para abordar la deserción, una de ellas es la de Gordillo (1970, citado por González y Arismendi, 2018) quien comprende este fenómeno como un proceso donde el número de alumnos matriculados inicialmente en un programa de formación no logra seguir la trayectoria normal de su carrera, ya sea por retirarse o por demorar más tiempo en alcanzar el egreso. Esto es compartido por Nieto (1981, citado por González y Arismendi, 2018) quien solo agrega que este proceso está asociado al alejamiento de metas que se habían definido al iniciar la formación. La concepción que fuese, el problema existe y es latente y afecta cualquier objetivo que como Sistema Educativo se haya establecido alcanzar y para ello están las propias cifras, que por sí solas, dimensionan el alcance de la situación.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en México la deserción escolar en educación superior en los últimos 15 años ha oscilado entre 7.5 % y 8.5%, lo cual es un porcentaje muy significativo traducido en la cantidad de jóvenes que no logran con éxito concluir sus estudios profesionales.

Por ello resulta de suma importancia analizar sus causas ya que debe de aprovecharse el logro que en sí ya representa el llegar a los estudios de licenciatura.

Huasca y Castaño (2007, citado por González y Arismendi, 2018) señalan que la deserción de la educación universitaria se debe a un síndrome que han denominado como atraso del sistema escolar. A esto, se suma la investigación de Rodríguez y Hernández (2008, citado por González y Arismendi, 2018), los que declaran que la deserción no puede ser explicada desde el punto de vista económico, familiar, integración o desempeño académico, sino que por núcleos explicativos graduales.

Como dice Rodríguez y Hernández (2008, citado por Villafaña, Solache y Chávez, 2014) “hablar de la deserción escolar universitaria en México, es hablar de causas multivariadas que corresponden tanto a la dimensión universitaria como la extrauniversitaria” (pág. 145). Esto nos deja claro, que al igual que en los otros niveles educativos, la deserción también es ocasionada por múltiples causas y la afectan tanto factores internos como externos.

La deserción universitaria de alumnos es un problema que afecta directamente , por una parte, a él mismo, por las consecuencias que tiene en el ámbito personal, psicológico, educativo, pero también afecta a la propia institución de la cual se desertó y a la sociedad en general, ya que representa un fracaso en términos generales, al no poder retener en las aulas a un estudiante que habría de convertirse en un profesionista, que definitivamente, coadyuvará a mejorar la sociedad a la cual pertenece.

Sin embargo, la mayoría de los autores coinciden en que las causas de este problema en educación superior, principalmente se deben a tres grandes factores: la situación económica, una vocación equivocada y lo que se suele denominar pobre preparación académica. Observamos nuevamente que el factor económico se hace presente, con las causas, efectos y consecuencias ya ampliamente comentados en los niveles anteriores, por ello habremos de abundar en los otros dos factores.

Una vocación equivocada suele ser factor determinante para abandonar los estudios superiores, pues el joven no siente que la elección de su carrera le satisface, por lo que empieza a frustrarse y decide desertar. Por ello una adecuada orientación vocacional en el nivel inmediato inferior, puede marcar la diferencia para el logro de la eficiencia terminal.

Uno de los aspectos que motivaron la creación de planes de estudios flexibles fue la posibilidad de que los estudiantes pudieran tener esa ductilidad para poder continuar sus estudios, a pesar de tener que colaborar o tener otras ocupaciones.

Por su parte, la pobre preparación académica que en múltiples ocasiones arrastran los jóvenes, desde otros niveles educativos, se convierte en factor que ocasiona que el éxito de los estudios profesionales no se logre. En general, para este problema no se cuenta con una “solución mágica”, así como tampoco es suficiente aplicar una única estrategia de solución, sino establecer estrategias integrales. Esto realmente es un problema complejo que atañe al Sistema Educativo Mexicano en general.

Por ello, como afirman algunos autores, no hay mayor fracaso para la Universidad y el sistema educativo superior que ver cómo los estudiantes abandonan sus estudios y no terminan sus carreras universitarias sin poder intervenir en la toma de decisión, comprender los motivos del estudiante y ayudarle a encontrar soluciones.

En el nivel educativo de posgrado es donde encontramos, en el caso de México, una subclasificación debido a que dentro de él se ubican las especialidades, las maestrías, los doctorados y los postdoctorados, en los que debemos señalar que encontramos contrastes muy interesantes en relación con el nivel educativo inmediato anterior.

Esto lo referimos toda vez que mientras en el nivel superior observamos problemas que van desde la falta de recursos financieros para sostener los estudios, hasta la falta de aspectos motivacionales para cursarlos; los estudiantes del nivel posgrado, son ya autosuficientes en cuanto a su manutención, cuentan con una formación académica y experiencia en la mayoría de los casos en sus respectivos campos de formación, y respecto a la motivación para continuar formándose desde que deciden elegir inscribirse es porque de entrada tienen un sentimiento de superación y mejora de sus conocimientos sobre investigación.

En México la aparición, implementación y operación de los posgrados comenzó hace cincuenta años atrás, y hasta el día de hoy se sigue teniendo un sistema nacional de posgrado desarticulado, lo cual es propiciado por la falta de recursos económicos, incidiendo en la falta de capital humano, y es por esta

complicada realidad que muchos programas de posgrado siguen empleando instructores que no poseen los grados de maestría y mucho menos el de doctor.

Instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Colegio de México y el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados, en el sector público y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, la Universidad Regiomontana y la Universidad Iberoamericana, en el sector privado; son las instituciones que albergan el mayor número de programas de posgrados en el país.

Establecido lo anterior hay que señalar como causas principales asociadas directamente a la deserción en el posgrado, la falta de recursos o financiamiento económico, de tiempo para cursar los posgrados y como tercer factor de habilidades de investigación.

Lo relativo a los recursos económicos, obedece principalmente a que si bien quienes estudian un posgrado tienen un trabajo, la realidad es que la economía del país no es tan benévola para darse este ya considerado lujo de la formación académica, por lo mismo gran parte de la matrícula de estudiantes está supeditado a las becas y/o apoyos que el gobierno a través de sus instituciones pudieran proveerles.

Esta situación relativa a los recursos económicos se complica si las instituciones públicas son excesivamente selectivas con los estudiantes que admiten para cursar un posgrado; y las privadas que tienen más apertura en este rubro presentan cuotas y/o colegiaturas muy elevadas lo que restringe al número de alumnos que se encuentran en posibilidad de cursar.

La falta de tiempo aun y con lo que ocurre con motivo de la contingencia sanitaria sigue representando un reto ya que las jornadas laborales son cada vez más demandantes y los apoyos o permisos para seguirse preparando son muy complicados de conseguir.

Por último, pero con una relevancia muy alta y que genera preocupación, es lo relativo a la falta de habilidades para la investigación; y por ende para la generación de nuevo conocimiento. Este factor ha crecido en gran proporción debido al alto índice de las titulaciones a nivel superior mediante actos protocolarios, evitándose así la forzosa formación investigativa que demandaba la construcción de una tesis.

Conclusión

En México, de cada 100 estudiantes que ingresan a la primaria, sólo 21 terminan la Universidad, cuatro llegan a la maestría y solo uno llegará a cursar un doctorado de acuerdo al estudio 'Panorama de la Educación' realizado anualmente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Esto es un dato muy duro que nos manifiesta los efectos severos que la deserción escolar propicia a lo largo de todos los niveles educativos. Por ello, es imperante el seguir trabajando, de manera conjunta, entre todos los actores educativos, en buscar estrategias integrales de solución que reviertan estas cifras.

Las problemáticas que inciden en el complejo escenario de la deserción escolar en México, son tan variadas como lo es de variado el mosaico cultural que a lo largo y ancho del país existe, en este sentido es de reconocerse los esfuerzos realizados sobre todo en el nivel medio superior durante las administraciones federales de Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa; pero está claro que se requiere contar con un modelo educativo general o central que busque articular todas las realidades de los estudiantes mexicanos, pero al mismo tiempo que contemple aspectos específicos pertinentes a cada zona, región y/o estado de todo el territorio nacional.

De no abocarnos a trabajar en una estructura como la sugerida línea arriba, difícilmente consolidaremos un sistema educativo a la altura de las necesidades que los contextos nacionales e internacionales están demandando en la actualidad, sin perder de vista que el invertirle, el apostarle a la educación es la mejor y mayor riqueza que puede tener un país.

Queda claro que, al ser una problemática multifactorial, no hay una varita mágica que solucione algo tan complejo, pero a la vez, con efectos de impacto permanente, no sólo en lo individual sino en lo social, Por ello debe ser abordado en un frente común en donde quepan todas las estrategias posibles y en la que se involucren todos los actores de la familia, el sistema educativo y la sociedad.

Habrá aspectos que de manera transversal pueden abordarse en los diferentes niveles educativos para mitigar esta problemática y otros que deberán de ser específicos para cada uno de ellos. En cualquiera, la escuela juega un papel importante y debe de contribuir a abatir la deserción y no a propiciarla, como en ocasiones pareciera hacer por la rigidez del propio sistema educativo. Y es que, sin duda, apostarle a la educación es la mejor manera que como sociedad habremos de caminar hacia mejores satisfactores de vida.

Sólo una buena educación es capaz de preparar a las personas para transitar de la visión fatalista a la esperanza renovada, al poner los datos y los problemas en perspectiva como requisito para plantear nuevas preguntas que, a través del proceso de investigación, se conviertan en nuevas interpretaciones, propuestas y estrategias que nos lleven no sólo a resistir los embates de proyectos que ahonden brechas, sino a diseñar y desarrollar un sistema educativo, científico y tecnológico que contribuya al fortalecimiento de redes y comunidades científicas y académicas con una visión ética, orientadas a la solución de los problemas sociales, ambientales, educativos, políticos.